13 avril 2010

Daisywheels

Dicen que cuando pierdes (o realizas) todos los sueños, dejas de vivir. No literalmente, pero sí interiormente.
Por eso cada poco tiempo me planteo cosas nuevas, sueños (por considerarlos de algún modo), que necesito cumplir para poder avanzar en mi vida.

Para entender el que me he propuesto hoy, no hace falta remontarse hasta un tiempo muy lejano, ha sido hace sólo diez minutos.

Baje a dar un paseo a perra al corredor verde, detrás de mi casa, y en uno de los intentos de fuga de Nuca, la correa se me ha soltado y he estado a punto de caerme de morros; me ha salvado la mano, apoyada justamente al lado de una margarita.
La única margarita en unos 3 metros a la redonda.
Si perra hubiese esperado un instante mas para huir, yo habría caído directamente en la pobre margarita, dejándola aplastada y triste, pero no ha sido así.
La margarita se ha salvado, y yo me he quedado como una imbécil mirando la margarita durante unos instantes, en los que perra ha vuelto trayendo consigo un montón de lametazos perrunos.

Cuando me he reincorporado, sólo podía pensar en margaritas.
He visto la escena de Big Fish en la que William Bloom le lleva a su amada un campo de sus flores favoritas, y no he podido evitar desear que eso me pasara, aunque sin ser tan... agobiante. (LOL).

Así que mi sueño es simple; deseo un campo, puede ser un parque, una ladera, un metro cuadrado... Da igual la extensión. Quiero hierba que sea imposible de ver, que mires donde mires sólo haya margaritas. Miles y miles de margaritas una al lado de la otra. Pequeñas florecillas blancas con su pequeño corazón amarillo.
Deseo tumbarme sobre ellas y sentirlas, y mientras mantengo un intercambio de risas infantiles pero enormemente sinceras con la persona que me lo haya mostrado, poder coger una de ellas, una de esas pobres y simpáticas flores tan comunes, y guardarla para siempre, recuerdo de otro sueño cumplido.

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