Hoy, bueno, realmente durante toda la semana, he tenido unos sueños bastante raros. La verdad es que no eran raros por ser del tipo, peli de Buñuel. Eran raros por el contenido, por las sensaciones post-sueño.
Empiezan bien, parece que no va a ser nada del otro mundo, y, de pronto todo cambia. Nos encontramos y todo parece normal, es incluso divertido pero sin previo aviso, me acusan.
Me acusan y no sé como defenderme. Yo repito una y otra vez que lo siento, que no es verdad... y nadie me cree.
Entonces, me siento en un portal, sola, analizando lo que ha pasado, con esa sensación en el estómago (porque sí, hasta en los sueños me duele el estómago), creyendo que ya nunca volverá a ser igual, que ya nada me ata a nadie y que lo único que necesito es echar a correr y olvidarme de todo y... justo en ese momento de desesperación suprema, aparece.
Me coge de la mano y me dice que lo sabe todo, que no me preocupe de nada. Que lo que digan los demás no tiene que preocuparme, porque no saben de qué hablan.
Me repite que lo sabe todo.
Le pregunto si eso significa algo. Y me mira. Y me sonríe.
Entonces me despierto, envuelta en una sensación que esta entre la angustia y la felicidad.
Creo que los entiendo, y que eso es lo mejor pero, no sé si significa que tengo que hacerselo saber, o que ya lo sabe y no me tengo que preocupar o yo qué cojones me sé.
De todas maneras, no es tiempo de preocupaciones. Aunque haya soñado eso todos los días desde hace una semana. Ahora es tiempo de espera impaciente y ansiosa.
Miercoles, lo que nos coloca a DOS noches del GRAN desfase.
#Pilares10
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